Síndrome del Emperador (niños y niñas emperadores/as)

“Niños Emperadores”

Seguramente haya escuchado o leído ya sobre este tema, en especial si es padre o madre. Se trata de niños/as que escogen la comida, el lugar de vacaciones, el canal de televisión, la hora para ir a dormir y/o demás actividades familiares.

En el contexto profesional a este Síndrome se le conoce como Trastorno de oposición desafiante (TOD). Es un patrón disfuncional de conducta desobediente, desafiante y hostil, que surge en la edad infantil o pre-adolescencia, hacia las figuras de autoridad.

El Trastorno de oposición desafiante suele tener su inicio hacia los 8 años, pero en los últimos tiempos se comienza a observar en edades más tempranas de 4-5 años.

Síntomas del TOD

  • El/la niño/a no obedece a las órdenes de los adultos
  • Rabia y rencor hacia otras personas
  • Tendencia a discutir con los adultos
  • Culpa a los demás de sus propios errores y fallos
  • Mala relación con sus pares: tiene pocos o ningún/a amigo/a porque se apartan de él
  • Se mete en problemas en el colegio
  • Poca tolerancia a la frustración
  • Poca paciencia
  • Suele vengarse si considera que ha recibido algún agravio
  • Se muestra altamente susceptible

Causas del TOD

Esta conducta disfuncional es causada por la combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales.

Uno de los factores más importantes es el estilo de crianza. En la actualidad, las necesidades económicas y el inestable mercado laboral no ofrecen a los padres y madres, el tiempo y espacio necesarios para la crianza, ocasionando un estilo educativo de culpabilidad, y siendo proclives a consentir y sobreproteger a los/as hijos/as. También el hecho de que el estilo educativo imperante en décadas anteriores, se basara en el autoritarismo: padres que gritaban, que dictaban órdenes y que ejercían un control punitivo sobre las conductas de los hijos, hace que en cierto modo, las nuevas generaciones de padres y madres, tengan miedo a volver a caer en ese estilo, que muchos padecieron en sus propias carnes. Por tanto, el estilo educativo actual está dirigido hacia el extremo opuesto: la ultrapermisividad. Por esta razón es importante recordar que la autoridad no es lo mismo que el autoritarismo: los padres deben ejercer un grado controlado e inteligente de autoridad, de forma sana y adecuándose a las necesidades educativas y evolutivas de cada niño/a. Otros factores de riesgo, según estudios recientes, pueden ser: tener padres y madres jóvenes, vivir la muerte de un ser querido, presenciar discusiones y peleas familiares, sufrir maltrato físico y tener problemas de aprendizaje.

Prevenir el TOD.

Como padres, se debe ser coherente a la hora de poner reglas y límites a los/as hijos/as en el entorno del hogar. Además, hay que aplicar castigos equivalentes al grado de importancia, que tenga la travesura; nunca hemos de ser demasiado severos o contradictorios con los premios o castigos, además, se recomienda siempre que sea posible, el/la niño/a cumpla con las consecuencias naturales de sus propias acciones como por ej.  Si rompe un jarrón, tendrá que recogerlo y ahorrar hasta poder comprar otro.

Los padres y las madres son los referentes primarios para sus hijos/as, ya que principalmente aprenden, por imitación. Esto significa, que sirven de espejo para el desarrollo de ciertos patrones conductuales, por lo que se debe ser cuidadoso. Y por supuesto, hay que evitar ejercer maltrato o rechazo emocional porque podría ser un factor desencadenante de la aparición de este trastorno.

También es importante fomentar que el niño/a tenga una buena autoestima, para evitar que puedan surgir este tipo de conductas desadaptativas.

Prevenir o intervenir en edad temprana, este tipo de patrón disfuncional de conducta es importante, ya que en la etapa de la adolescencia, los/as niños/as emperadores/as, han consolidado sus pautas conductuales y morales, siendo incapaces de concebir algún tipo de autoridad externa que les imponga ciertos límites. En los casos más graves, pueden llegar a agredir a sus padres, siendo una denuncia ampliamente reportada en las comisarías y cada vez más frecuente. De hecho, son las madres las que se llevan la peor parte, quienes sufren, comparativamente, mayor proporción de agresiones y vejaciones por parte de sus hijos/as.